La crisis nos consume, conmueve y
corrompe. Nuestra mente nos exige aislarnos como si eso fuera a hacernos menos
inmunes a nuestras realidades. Pretendemos abrir una ventana que nos conduzca
al aislamiento, cuando las fuertes ventiscas de nuestros encuentros cotidianos
con la realidad nos cierran esa ventana con la que sentimos el resguardo de lo
frívolo. Muchas veces no hay una ruta de escape hacia la frivolidad, ni mucho
menos encontramos la salida de esta brutal existencia. Deambulamos buscando una
salida hacia otros mundos, una salida a la crisis.
…
El destino muchas veces nos azota
inopinadamente con increíble certeza. La crisis nos persigue como una sombra.
Una sombra que nos quiere arrebozar con el mando de su oscuridad. Por eso
huimos de este mundo, en la búsqueda de otras realidades. Para no ser víctimas
de la noche oscura; buscamos salir victoriosos ante dicha oscuridad. Aun así la
crisis se nos muestre de diversas formas, Cada una es más sorprendente que la
anterior. La ruina y la inflación hoy, parecen sinónimos. Estas calamitosas
hermanas se pasean entre los pasillos con anaqueles vacíos, así como también deambulan
por aquellos callejones en donde el platillo está servido por la miseria; el único
y estelar platillo, en este caso, son los desperdicios. La inflación y la
crisis nos quieren famélicos.
…
Salir en busca de una vía de
escape por medio del entretenimiento se ha vuelto una práctica devorada por el
monstruo de la inflación. Desde comer en la calle, ir al cine, hasta comprarse
un libro; en todas encontramos, según sea el escenario, una manera de abordar
la pesada cotidianidad. En cada una de ellas encontramos un paseo guiado por la
mengua: la primera es una opción bastante ambigua, costosa, y en muchas
ocasiones, poco asequible; en la segunda valdría la pena preguntarse si ver la
película, o comprar los acompañantes preferidos del séptimo arte; en la tercera, y ultima, la inflación nos
quiere ignorantes e iletrados; así como ignorantes e iletrados también nos
quiere el sistema. Porque un país de iletrados es más sencillo de manipular.
…
En definitiva. Pareciera que la
sombra cada día se hace más grande. Cada día pareciese que la última y única
jugada que nos queda antes de que se nos tranque la partida de dominó es
recurrir a la palabra que más ha retumbado en el papiamento venezolano en los
últimos años: el éxodo. Irse en búsqueda de nuevos horizontes. Aun así podamos
irnos y apaguemos la luz para que se
difumine la lúgubre sombra de la mengua, posiblemente la sombra de la férula siga
brillando como un lucero en la lejanía de nuestra vida en el exilio. Y que hasta
nos acongojemos con titulares que nos hagan sentir, en muchas ocasiones, que la
penumbra es invencible. Pues, lo cierto es que toda etapa, toda época tiene su
fecha de caducidad.
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