El
deslave de la política venezolana a principios de 1990 no es una casualidad. Si
se analiza el contexto que involucra a la práctica política podemos ver que
desde el primer mandato de CAP empieza
un ciclo de “progreso”, pero también un ciclo de erosión para nuestra población
y para nuestro pensamiento colectivo. Es un período en el que cogieron auge los
males que hoy nos caracterizan como sociedad. Pero no pretendo decir,
utilizando irresponsablemente un mal estereotipo que no servimos para nada; lo
que quiero decir es que durante ese período creció el proteccionismo que se
venía presentando como política de Estado y creció el mito de la enfermedad
holandesa; el petróleo se posicionó como el instrumento sine qua non que dirigiría la materia económica.
Con
esto vemos que la práctica hasta la actualidad se convirtió casi en un desfile
de modas. Tenemos candidatos que ganan las elecciones por las cualidades que la
gente logra resaltar de sus personas. Discursos y estrategias de mercadeo para
construir a los políticos. Todo esto es como si
ganará el político que tiene mayor número de bandas en su haber; bandas
de simpatía, carisma, e incluso irónicamente podría decir que hasta la mejor
sonrisa.
Todo
lo que menciono, lo menciono, porque veo que el imaginario venezolano se quedó
atrapado en un período de riquezas y de progreso que así como subieron los
avances con el precio del petróleo, bajaron con el mismo político que
ostentaba, en este caso, la banda de miss progreso. Pero no es que el petróleo no
sea un elemento ligado a los cambios bruscos, no es que no sea un elemento de
la economía que produzca riquezas; es un elemento, que como todo en la vida,
varía en su condición y varía su precio, si hablamos de riqueza económica. Y por
tanto no se debe de confiar de los períodos de abundancia; se debe confiar en
la creación y la generación de nuevos métodos que impulsen la economía.
En
la actualidad se nos presenta un panorama distinto. Ya que ni PDVSA sirve
porque está corroída por la corrupción, la banda de Miss petróleo es la favorita
de los corruptos y los politiqueros de turno. Las capacidades de liderazgo del
chavismo, como fenómeno político, más que como un liderazgo persé, quedaron expuestas en el momento
en el que Chávez dejó como encargado a Maduro. Han surgido varios momentos en
los últimos años que, estratégicamente han acercado el cambio, pero han sido
desaprovechados y no han sabido manejar la corriente de esas oportunidades. Y vemos
que, en este año 2019, existe un nuevo espacio para abrir un nuevo proceso que
moldee la historia de nuestro país. En los días que suceden al 10 de enero
hemos visto como la Asamblea Nacional recuperó parte de la confianza de los
ciudadanos venezolanos. Tenemos la particularidad de que el Chavismo está
divagando; y se ha logrado que con Juan Guaidó como presidente de la Asamblea
Nacional se despertase la esperanza en
la gente.
No
obstante, en este momento de vital importancia para la empresa política
venezolana, y la urgente necesidad de cambiar el gobierno que hoy padecemos,
porque no hacemos otra cosa que padecerlo. Espero que si no es en estos días,
en estos meses veamos a una dirigencia política consciente y decidida a remar
por las corrientes del cambio que cada día está más próximo a nuestro destino. Empero
que Juan Guaidó no se convierta en otra reina de pseudobelleza de la oposición.
Esperemos que sea este el momento en el que los políticos se quitan las bandas
de belleza, de la simpatía, y hago especial énfasis, la del petróleo; se bajen de
las carrosas desde las cuales nos saludan y utilicen bien la palabra para dejar
atrás la antigua oratoria que cuando llega el momento de las preguntas se traba
porque no existe un ejercicio reflexivo e intelectualmente activo que dé como
fruto las respuestas necesarias a la población sobre la inconsistencia de la
actualidad venezolana. Y, sobre todo, este es el momento en el cual las ambiciones
personales, necesidad de tener la banda Miss Politikon, deben hacerse a un lado. Es este el momento en el que
las voluntades deben materializarse al campo de la acciones, con interrogantes
bien fundamentadas, y sin acciones no premeditadas.
“Los actos inspirados por el odio no son deberes, por mucho dolor
y sacrificio que puedan suponer. La vida y la esperanza del mundo solo pueden
hallarse en los actos inspirados por el amor”. Para
culminar anexo esta cita de Bertrand Russell, pues, es solo a través del cariño
con el que obramos y nuestra capacidad de leer entre las líneas nuestra
realidad que podremos vencer al odio, la malicia y la corrupción; para que
hallemos actos llenos de esperanza, y consecuentemente, coherencia y la disciplina
que nos exige la dinámica actual en este último capítulo de nuestra
desastrosa y desventurada historia
contemporánea que, lo más seguro, es que estemos transitando el ansiado final
de una desgracia que empezó, en concreto, hace 30 años.
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